AP: Venezolanos se las ingenian para salir en las noches
Algunas personas intentan mantener una vida normal
y todavía realizan actividades durante la noche para tratar de
recuperar los espacios públicos arrebatados por una desbordada
delincuencia
Tan pronto comienza a caer la noche, miles
de caraqueños salen presurosos de sus trabajos e inician una carrera
contra reloj hacia sus casas para evitar ingresar a las estadísticas de
homicidios, robos y secuestros de uno de los países más violentos del
continente.
No obstante, algunos intentan
maEliminarEliminarntener una vida normal y todavía realizan actividades durante la noche
para tratar de recuperar los espacios públicos arrebatados por una
desbordada delincuencia.
En
medio de la solitaria y fría plaza Bolívar del El Hatillo un enjambre
de ciclistas interrumpe la quietud de la noche mientras ingresan
progresivamente al lugar. Algunos lo hacen en silencio y otros suenan
los timbres de sus bicicletas en señal de celebración por el final de
otra jornada que culminó sin incidentes.
Entre
el grupo está Mariela Virguez, una ingeniero en informática de 50 años
que dos noches por semana se une a medio centenar de osados ciclistas
que recorren unos 20 kilómetros de intrincadas y oscuras calles de los
municipios capitalinos de Baruta y El Hatillo para ejercitarse.
Virguez
admitió sentir temor ante la creciente delincuencia que azota el país,
pero sostuvo que a pesar de ello no está dispuesta a dejar de practicar
ciclismo en las noches.
"Yo tengo miedo, pero
yo estoy aquí porque no quiero dejar esto por una condición país. Ya no
tenemos comida, ya no tenemos papel toilet, tenemos que hacer cola, y
¿también nos van a impedir hacer deporte y mantenernos físicamente?
Para
protegerse de los criminales Virguez y sus amigos ciclistas acostumbran
andar en grupo y es por ello que siempre se les ve transitar en manada,
alumbrados solo por las pequeñas linternas que llevan en los cascos y
los manubrios de sus bicicletas.
Venezuela
tiene una tasa de homicidios que según registros oficiales está en 39
por cada 100.000 habitantes, pero de acuerdo un reciente informe de la
Organización de Naciones Unidas, basado en registros del 2012, es de
72,2 por cada 100.000 habitantes.
Para hacer
frente a la delincuencia el presidente Nicolás Maduro emprendió hace dos
años un plan especial de seguridad que implicó la incorporación de
varios miles de militares, decisión que generó la crítica de activistas
de derechos humanos que manifestaron que los uniformados no estaban
capacitados para cumplir actividades de los civiles.
En
el laberíntico sector de El Encantado, de la gigantesca barriada pobre
de Petare al este de la capital, algunos de sus humildes habitantes
también retan a la violencia durante la noche al unirse a una iniciativa
de cine en la calle que promueve semanalmente la alcaldía de esa
localidad.
Una estrecha y polvorienta calle,
alumbrada solo por la luz de la luna, es transformada en una improvisada
sala descubierta de cine donde una treintena de niños, vestidos con
camisas y pantalones cortos, disfrutan sentados en el piso la película
animada de "Los Pingüinos de Madagascar", que es proyectada en una
pantalla de tela de metro y medio de alto.
"Tenemos
que ocupar nuestras calles y librarlas de la violencia", dijo Jean
Carlos Jayaro, comerciante de 35 años mientras resguardaba a sus gemelos
de tres años y medio que veían concentrados la película sentados en la
vía.
Jayaro confesó que le generaba miedo estar
en la calle durante la noche pero afirmó, mientras acariciaba con sus
manos la espalda de sus dos hijos, que "tenemos que recuperar nuestros
espacios".
A escasos cinco kilómetros de ese
lugar, en José Félix Rivas, otro barrio pobre de Petare, Carmen Teresa
Perdomo, promotora comunitaria de 48 años, y sus vecinos prefieren
resguardarse en sus humildes viviendas al oscurecer por temor a ser
atacados por bandas de delincuentes que azotan la zona y mantienen el
lugar en una suerte de toque de queda.
Perdomo
asegura que sus temores han aumentado desde que su sobrino, de 27 años,
fue asesinado en las cercanías de su casa en febrero pasado cuando unos
delincuentes activaron una granada en medio del barrio para evitar ser
capturados por la policía.
"De un tiempo para
acá la inseguridad ha sido bárbara", dijo Perdomo al reconocer que hasta
hace unos años ella, al igual que sus vecinos, solían permanecer en la
calle de su vecindario hasta pasadas las 3 de la mañana, y ahora ya a
las 7:30 de la noche todos están encerrados en sus viviendas.
No
sólo los civiles han tenido que optar por resguardarse en sus casas al
anochecer sino también los policías que en los últimos meses se han
convertido, junto con los militares, en apetecibles víctimas de los
criminales. En lo que va del año solo en la región capital han sido
asesinados más 50 uniformados, según registros de los medios locales.
"Es
un trofeo para el delincuente tanto el arma como asesinar al policía",
dijo a la AP un funcionario policial que se abstuvo de dar su nombre
para preservar su seguridad.
El funcionario
aseguró que él al igual que muchos de sus colegas han tenido que optar
por pernotar en sus comisarías al final de sus jornadas y esperar hasta
el amanecer para regresar a sus casas, ubicadas generalmente en zonas
populares, para evitar ser interceptados por criminales.
"A
raíz de esta crisis de inseguridad uno va creando más estrategias. Esas
estrategias consiste en no llevar identificación alguna", dijo el
uniformado al relatar que cuando está de día libre suele salir a la
calle sin ningún tipo de credencial de policía.
En los comercios nocturnos de la capital venezolana también se sienten los estragos de la violencia.
Aloma
Henríquez, una de las propietarias del local nocturno "El Jaleo", que
tiene uno de los tablaos flamencos más populares de la capital, afirmó
que en lo que va del año la afluencia de clientes a su local ha caído
alrededor de 30%, situación que aseguró que enfrentan otros comercios
nocturnos del este de Caracas.
La empresaria
atribuyó el descenso de la clientela a las dificultades económicas del
país y la creciente criminalidad, que ha llevado a muchas personas a
reducir las salidas nocturnas. Para tratar de mantener la clientela
Henríquez indicó que debió bajar a las 10 y 30 de la noche el show
nocturno que anteriormente ofrecía cerca de la medianoche.
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