¿Y qué tiene qué ver trabajar con tres palos? Es una historia de varios siglos. En la Roma antigua los trabajos rudos eran realizados por enormes multitudes de esclavos. El tripalium era un instrumento de tortura con el que se castigaba a los esclavos que no querían someterse. Era un instrumento como su nombre lo indica hecho de tres palos y tripaliare era padecer el tormento del tripalium.
Pero aún no siendo castigados por el terrible aparato, la vida de los esclavos era una tortura y así, tripaliare acabó por significar lo que en latín clásico era laborare, o sea trabajar.
El uso del verbo tripaliare se difundió por todo el Imperio Romano y laborare pasó a nuestro idioma como labrar para designar a los trabajos del campo, esencialmente arar la tierra y ahora nosotros podemos diferenciar muy bien a un labrador de un trabajador, aunque ya el labrador no use el arado y el trabajador no tenga la amenaza del diabólico tres palos.
Lo que tenemos que tener presente al buscar el origen de cada palabra es que es normal que cada vocablo tenga una historia más larga o más corta que ésta, y que en todo caso no es una invención repentina sino el resultado de un proceso.
Originalmente por ejemplo en latín la manzana era malum. Luego vino un experto en agricultura que se llamaba Caius Matius que mejoró la fruta y entonces apareció la malum matiana (la manzana de Matius) que era la manzana por excelencia y de ahí, mediante un proceso un poco más complicado, la malum matiana pasó a ser manzana y malum ¡se quedó en melón! que es una fruta ciertamente muy diferente a la manzana.
©Agamador & Tiresias. Asociación cultural CULTURACLASICA.COM
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